22.8.10

La Mulata de Córdoba


Cuentan que había en el lugar una hermosa mujer cuya procedencia nadie conocía. No se sabe el sitio exacto donde vivía, aunque los viejos relatos aseguran que tuvo su casa en la hacienda de la Trinidad Chica, que en aquellos años era propiedad de los Marqueses de Sierra Nevada; otras consejas nos dicen en una casona extremadamente vieja que abría sus puertas sobre el antiguo Callejón de Pichocalco, rumbo al arroyo Pedregos más tarde llamado Río de San Antonio, y su recuerdo hasta nosotros a través del tiempo envuelto en el misterio y la leyenda, sólo con el nombre de la Mulata de Córdoba...

Según cuentan era tan hermosa que todos los hidalgos del lugar estaban prendados de su nacimiento a las castas incluidas dentro de la clasificación que en los 300 años que duró la colonia fueron tratadas con desprecio, y señaladas como inferiores por la ignorancia y la intransigencia de la época...

Sin embargo se dice que la Mulata de Córdoba era orgullosa y altiva; por el color de su piel y su condición de raza, vivía ajena a todo trato social, extraña a las costumbres de la época y alejada de los círculos donde entre señoras de linaje su presencia hubiera sido considerada como un escándalo y una herejía....

Sóla y altiva, los recuerdos la evocan recorriedo a pie las polvorientas calles de la Villa camino al templo, o por senderos vereda buscando las cabañas de los esclavos a quienes auxiliaba y curaba, pues al parecer ella entendia el arte de la medicina....

A la luz de la luna, bajo el silencio de las estrellas, cruzaría la desierta Plaza Mayor escoltada por el mayodormo de alguna casa rica donde en secreto era esperada con impaciencia por la orgullosa dueña que deseaba consultar los horóscopos....

De esta forma y pasando los días la fama de la bella Mulata se fue extendiendo poco a poco en el poblado; bajo el largo y pesado chal donde oculta el rostro y la figura, no falto quien adivinará al pasar, los hermosos ojos grandes y llenos de misterio y la boca sensual y roja. Pero en vano fue requerida de amores, las puertas de su casa permanecieron siempre cerradas para los enamorados galanes y los caballeros mejor nacidos de la Villa se vieron rechazados teniendo que aceptar humillados su derrota. Estas raones que en otra dama de más condición hubiera sido vista como virtudes en ella, de oscuro origen y que además vivía rodeada de enigmas, dieron lugar a que se hicieran a su alrededor relatos y consejos...

En aquellos años de epidemia y calamidades cuentan que valiéndose únicamente de las muchas yerbas que conocía, empezó a realizar curaciones que parecían maravillosas, a conjurar tormentas y a predecir temblores y eclipses, y pronto la superstición se encargo de decir que la Mulata tenía pacto con el diablo....

Como vivía sola y se ignoraba el origen del oro que gastaba y la procedencia de los costosos vestidos que no obstante ser austero estaban hechos de finisímas sedas; y viendo que no admitía la protección de ninguno de aquellos opulentos hidalgos que la cortejaban, se dio por aceptado que la joven había otorgado sus favores al demonio quien a su vez la llenaba de poderes mágicos....

Se decía que por las noches en la casa donde vivía se escuchaban extraños lamentos viéndose salir llamas de las cerradas puertas, y cuando alguna persona siguiendo los pasos la espiaba por oscuros callejones y atajos, convertida en una horrible alimaña atacaba al curioso, perdiéndose después en las sombras de la noche sin dejar rastro. También se decía que había sido sorprendida al entrar a su vivienda volando sobre los tejados, con la negra cabellera flotando en el aire y envuelta en mágicos resplandores. Sabía fabricar filtro de amor tenía poder para curar o hacer el mal de ojo, y su belleza que aumentaba de día seguía siendo atribuida a sus malos tratos con el diablo, quien dio fe de habler hablado con ella en la capilla del Reino cuando la Mulata, que no se había ausentado de Córdoba, precisamente en esas fechas realizaba en el poblado algún extraño prodigio...

Todas estas cosas llegaron al tribunal de la inquisición, muy severo en aquellos años con los adivinos y ensalmistas quienes castigaban durante los famosos autos de te para escarmentar de embusteros y charlatanes, sin distinción de clases a personas, no se sabe si la Mulata fue sorprendida practicando magia, pero se dice que la llevaron al Puerto de Veracruz y se encarcelo en el Castillo de San Juan de Ulúa para ser juzgada por hechicera. En aquella fortaleza cuyo muro de 10 metros de espesor que se empezaron a construír en 1582 acusaban horror a los prisioneros, pasaban las horas tras los pesados barrotes de su celda custodiada por un antiguo carcelero...

Un día la hermosa joven quien a base de buenos tratos se había ganado la estimación de su guardián, le rogó amablemente que le consiguiera un pedazo de gis. Extrañado al principio por tan raro antojo, pero deseoso de servir a la prisionera, el hombre le llevo el gis. Dice la leyenda que ella dibujo entonces sobre las sombrías paredes una aligera nave, con las blancas velas desplegadas para mecerse sobre las olas. Después volviéndose al carcelero que preguntaba admirado que significaba aquel prodigio cuenta que la joven con una encantadora sonrisa, le contesto que en ese hermoso velero iba a cruzar el mar dando un gracioso salto subió diciéndo adiós al asombrado guardían que la vio esfumarse con la nave por una esquina en el oscuro calabozo...

Cuando el mágico relato que pasaba de boca en boca y llenando de asombro a los habitantes de la Villa Rica llega a oídos de don Pedro Nuño el anciano y noble señor visita San Juan de Ulúa con el deseo de interrogar al extraño carcelero, dándose cuenta que el infeliz hombre había perdido la razón. Abrazado a los barrotes de aquella vacía y cerrada celda repetía como estribillo el mismo maravilloso episodio, saludando con la mano a su bella prisionera a quien veía perderse a lo lejos, libre y hermosa sobre la blanca espuma del mar...

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